sábado, 10 de septiembre de 2011

Elizabeth

Enloquecí por ella...

En nuestra tercer salida me convencí que la amaba para siempre, la vida me había puesto en las manos su mayor reto, era una vida distinta, otros dioses, otros lugares otra, forma de vida y así sucedió, todos los días que llenaron esos cuatro días fueron buenos, la amé profundamente.

Todos los días me esforcé por darle una vida mejor, sanar nuestras heridas y entregarme por completo a quererla, llegaron los días de trabajo, los días de risa, los de enojos, los de planear el futuro, los de escuela, los de desvelos, los de enfermedades, las vacaciones y los de cocinar juntos.

Amaba su sonrisa, su forma de pedir las cosas, sus ojos cuando me amaba, la tranquilidad de cuando dormía, la manera en que me hacía sentir que todo dependía de mi.

Desde mi punto vista ella lo merecía todo, mi esfuerzo, mi lealtad, mi fidelidad y mi vida, y así lo hice, hasta donde puedo ver, me dediqué a amarla plenamente, seguramente cometí algunos errores.

El final llego sin esperarlo, sólo algunas epifanías que me rondaron en los últimos días, la extraño y me mata no saber por que no estamos juntos, o por que decidió que ya no lo estuviéramos,  aún así mi vida debe continuar, ahora tengo nuevos retos y tengo que seguir ya sea con ella o por mi cuenta, sólo espero que esté bien.

Ahora el silencio es tan largo que parece que todo lo que se podía decir está ya dicho.

Por si no lo dije lo suficientemente claro, si, la extraño.