jueves, 1 de marzo de 2012

Martes Cualquiera

Era un martes cualquiera y tu cuerpo espigado,
un martes cualquiera con tus mil nombres y tus nombres secretos, y las razones secretas de tus llantos y tus llantos prolongados y la prolongación de tus manos y tus manos sobre mis brazos.

Era un martes cualquiera de tráfico intenso, de intensidad en tus labios, de tus labios lejanos, y tu lejanía de muerta y tu muerte entre mis manos y mis manos sobre tus pechos.

Tardabas años en quitarte los zapatos, y aún mas en acercarme tus brazos, no así el calor de tu vientre y el rigor de tus pechos y el roce de tus manos.

Eran días de guardar y guardamos la mirada y guardamos silencio por largo rato, y al amanecer era ya la primavera y en la tarde se hizo verano.

Decidiste guardarme en tu casa como un secreto, como un amante que se guarda debajo de la cama y se saca en las tardes de lluvia, cuando la calle guarda silencio y el sol espera a que terminemos o te canses de estar a mi lado.

Era un martes cualquiera, en el que los muchachos de la calle andamos lentamente sorbiendo la música de los autos, el agua de los charcos, tu tomabas café y decidiste tomarme de la mano.

Foto de Ale La Triller http://alelatriller.deviantart.com/

Relojes

Mi padre me cuenta que en días pasados fue al médico, esa situación me parece totalmente lo mas inaudito que le haya escuchado en toda la vida, ahora entiendo, mi padre por médico visita al relojero, que pone algún aceite ultra fino en los engastes de su corazón, aprieta con unos desarmadores muy especiales algunas tuercas en sus piernas, calibra sus pulmones, da brío al resorte que impulsa el volante de sus latidos, su pecho entero es una caja de titanio, sus manos extensión de sus complicaciones, esta misma tarde me he recostado en su pecho para revisar su funcionamiento, el corazón de mi padre late tic, tac, tic, tac a completa perpetuidad, es una maquina tan precisa que siempre sabe mis horas de partida y llegada, mi padre sabe mis tiempos antes de que yo los afronte, la maquinaria del corazón de mi padre lo hace anacrónico y eterno.

Algunas tardes lo he visto detener el tiempo, alargar las horas en la mesa, y también lo veo adelantar las horas cuando algo lo tiene inquieto.